Línea
7, 31 de agosto de 2020
Raúl
sube las escaleras y nota con emoción los cambios en el piso y en los
barandales de la estación.
A lo lejos distingue los cerros con sus grandes antenas
televisoras y se convence de que es el mismo lugar que hace veinte años
frecuentaba. Precisamente ha extrañado los puestos de tacos y golosinas y por
la prisa apenas si ha reparado en las máquinas que los sustituyen.
Su hermano le ha prestado su metrocard para
el viaje de ese día. Seguro, introduce su tarjeta que le da acceso a un
elevador personal que lo transporta al andén inferior. Retira la tarjeta y la guarda. Gratamente
sorprendido espera el convoy que lo lleve por las estaciones que durante un par
de años lo vieron pasar rumbo a su clínica, antes de viajar a su comisión en
África.
No duda un instante en que el modelo haya
cambiado. En efecto, un dinámico tren hace su arribo. No sabe a quién, pero
agradece que el color naranja prevalezca como símbolo de identidad.
Le extraña no ver multitudes, aunque deduce
que ya hay nuevas líneas y que el tiempo entre los trenes se ha reducido.
Se abren las puertas y al interior
encuentra la misma disposición de lugares, ahora con asientos tan confortables
como los de un avión. Titubeante se sienta y se relaja poco a poco.
Rosario,
8:30 A.M.
Raúl se acomoda en su lugar y se le antoja
dormir, pero lo evita para no perderse las novedades que el viaje le pueda
aportar. Piensa que gracias a la modernidad la pobreza se ha desterrado y
suspira con nostalgia y felicidad de saber que no verá subir a un sordomudo que
reparta chicles para venderlos, a un par de invidentes con su armónica, a un
grupo de jóvenes a tocar un rock urbano y mucho menos a un niño estirar su
manita en espera de limosna.
No,
no, se dice, ya no será. Qué bueno, pero se extraña, se siente raro.
El
timbre característico anuncia el cierre de las puertas y la partida.
Intempestivamente penetran al vagón cuatro hombres y una
mujer con uniforme negro y sofisticadas armas. Raúl queda estupefacto.
Justo al arrancar el convoy el comando
inicia una ráfaga de disparos hacia todos los ángulos. Raúl, a punto del
infarto y pálido, se lleva las manos a la cabeza y se hinca en el piso.
Por las bocinas del vagón se escucha una
voz varonil y al fondo música de acción.
– Cuando no existen garantías para la
convivencia y la paz, la única seguridad está en “Comando Especial”. Katy
Redford y Elliot Geere, bajo la dirección de Tom Cruise. Consulte su cartelera
cinematográfica. Boletos en las taquillas del Metro.
Raúl alza la vista incrédulo y ve cómo los
demás pasajeros están tranquilos, algunos incluso indiferentes charlan y otros
leen. Mientras tanto el “Comando Especial” ha bajado en la siguiente estación
para cambiar de vagón.
Refinería,
8:32 A.M.
Con taquicardia aún, se mesa los cabellos y
jala aire. Su ausencia del país por tantos años y su estancia en la selva
africana lo marginaron de la evolución de su tierra; sin familia cercana,
perdió el contacto con otros parientes y con sus contados amigos se espació y
redujo la correspondencia que, además, no pasó de ser un intercambio de saludos
y buenos deseos.
Aislado en un lejano dispensario se enteró
de los principales movimientos políticos en el mundo y también de adelantos
científicos y tecnológicos, pero se quedó en la lectura. Ahora sus
sentidos le exigen capturar y comprender en segundos el paso de los años.
Sus ojos a la expectativa registran la
entrada de unos deportistas. No les da importancia y voltea la vista al
cristal. De pronto un basquetbolista se pasea botando un balón, mientras dos
mujeres tenistas intercambian pases y un futbolista domina la pelota.
Nuevamente el sonido transmite un comercial
grabado.
– Haga historia en el deporte: practíquelo a
gusto y bien con el equipo de “Deportes Martí”. Busque su tienda en las
estaciones de trasbordo.
Comienza a acostumbrarse y fuerza una
sonrisa. A final de cuentas ya no se trata de aportar dinero.
Camarones,
8:34 A.M.
Se van los deportistas y entran dos mujeres
cincuentonas con bolso. Ruedan una gran alcancía transparente.
Una voz femenina se escucha ahora por las
bocinas.
– Señores pasajeros: la Fundación Filantrópica
por los Ancianos agradecerá los donativos que en cheque o en efectivo se sirvan
hacer. Su bondad da felicidad.
Otra vez atónito, Raúl testifica la ayuda
de todos los pasajeros, quienes depositan billetes de alta nominación y otros
se apuran a sacar su chequera y firmar el documento respectivo.
Las señoras ven despectivamente al único
pasajero que está inmóvil. No, no está preparado para la generosa ayuda.
Tacuba, 8:36 A.M.
Ya espera en cada intervalo algo nuevo y
quiere estar preparado para el comercial en vivo o la petición moderna de
ayuda, pero adelantarse a lo que puede ocurrir es un asunto algebraico. Sigue
con cautela a los que identifica como personajes fuera de lo común: un
sacerdote católico con una copa y un acólito con una charola.
Raúl espera el mensaje grabado…
LOCUTOR: El cada vez más acelerado ritmo de
vida y las exigencias materiales que lo ocupan, no lo deben alejar de sus
obligaciones espirituales.
(NOTAS
DE LA QUINTA
SINFONÍA DE BEETHOVEN. ÉNFASIS DEL LOCUTOR)
–Si tú no vas a la Iglesia, la Iglesia viene
a ti. Recibe una oblea y ¡purifícate!
San
Joaquín, 8:38 A.M.
Continúa el mensaje:
– Las hostias de la “Santísima Caridad ”
están adicionadas con proteínas, minerales y vitaminas, lo que además de ser un
alimento para el alma, las convierte en un complemento alimenticio para el cuerpo.
Pida su oblea y coopere con lo que sea su voluntad.
Varios pasajeros solicitan la comunión y
aportan su limosna.
Polanco,
8:40 A.M.
La comunión requiere algunos minutos. Raúl
otra vez es un espectador y sólo recibe la compasiva bendición del padre.
Auditorio,
8:42 A.M.
Santificado en su viaje no divisa nada
extraño entre la gente que sube al vagón. A lo mucho le parece exagerado que
una mujer lleve un abrigo.
De pronto surge el mensaje con música
instrumental.
– Casandra, una de nuestras bellas féminas
que lo esperan en el table dance más cerca de su hogar… aquí sólo una
probadita.
elabc.com.mx |
La “bella fémina” danza y se detiene
bruscamente ante los lugares de los caballeros para abrir su abrigo y dejar que
le aporten algún donativo. Al llegar frente a Raúl hace la misma operación. Él,
boquiabierto, ve los pechos desnudos y en la tanga sostenidos billetes y
cheques. Por fin reacciona y presuroso saca su cartera que está vacía y en la
emergencia lo único que se le ocurre es colocarle su metrocard.
Constituyentes,
8:44 A.M.
Raúl queda con una sonrisa dibujada en el
rostro, la misma que se congela con el flashazo recibido de parte de una joven
fotógrafa que dispara el obturador de su cámara sobre cada pasajero.
Una locutora anuncia:
– Foto Regis le ofrece una alta definición y
calidad en sus productos. Identifique y solicite la impresión de su foto
digital en el establecimiento Regis de la estación en que descienda. No tiene
costo…es una cortesía de su Sistema de Transporte Colectivo.
Tacubaya,
8:46 A.M.
Agotado, Raúl baja y completa su transbordo
a la línea 3. Para ello utiliza elevadores y bandas eléctricas.
Centro
Médico, 9:00 A.M.
Raúl baja del vagón después de presenciar,
lástima, dos metromerciales repetidos. Presuroso busca la salida no sin antes
pasar por su foto.
Centro
Médico (no la estación, sino el hospital), 9:30 A.M.
Tras de su bienvenida y presentación, el
nuevo jefe del Departamento de Patología Experimental, el doctor Raúl Navarro,
se encierra en su cubículo y de inmediato dicta un número al videoteléfono que
lo registra. En un par de segundos aparece en la pantalla una mujer que le
responde:
– Publimetro a sus órdenes…
– Señorita –dice el doctor–, ¿me puede dar
informes para contratar un metromercial?, ¿sabe?, es que tengo patentada una
vacuna fenomenal…
D.R. © Teófilo Huerta, 1996
Cuento integrante del libro impreso La segunda muerte y otros cuentos
D.R. © Plaza y Valdés, 2011Reproducido con autorización de la editorial Plaza y Valdés.
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