19 julio, 2019

Cenizas en la Luna

Foto AFP

La nave Armstrong 1 descendió suavemente y posó sus patas sobre suelo lunar.
Apagado su motor, tras unos minutos, se abrió la puerta de escotilla y apareció el capitán Louis Friedman quien bajó la escalerilla; después el teniente Smith realizó la misma operación. Ya en la superficie lunar esperaron a que de la puerta inferior de la nave descendiera un elevador con una base de hierro y sobre ella la urna que contenía las cenizas del insigne Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la Luna en 1969 con la misión del Apolo 11.
    Años atrás se habían celebrado las respectivas y emotivas honras fúnebres en Cincinnati, Ohio, encabezadas por su viuda Carol quien encantada aceptó desde entonces la iniciativa del presidente norteamericano para que las cenizas de su marido reposaran en la Luna en cuanto se reiniciara el respectivo programa espacial.
    Dos tripulantes más bajaron de la nave. Los cuatro astronautas se colocaron en cada ángulo y supervisaron la colocación de la urna acompañada por una miniatura de la bandera norteamericana y otra de la de las Naciones Unidas. Después, por unos minutos, hicieron una guardia de honor y un saludo militar sobre sus cascos.
    Acto seguido un astronauta tomó una muestra de polvo lunar y lo mezcló con el contenido en la urna. La base de hierro contenía la inscripción con el nombre del astronauta, su período de vida (1930-2012) y las palabras que inmortalizaron al astronauta: “Este es un pequeño paso para un hombre, pero un gran paso para la humanidad” además de otras nuevas: “Polvo terrestre eres y en polvo lunar te convertirás”.
    Al mismo tiempo los operadores del Centro Espacial de la Agencia Espacial estadounidense (NASA) que seguían los pormenores del suceso en una gran pantalla, de pie se llevaron sus manos al pecho en señal de respeto.
    Como antaño, la transmisión de los funerales de Armstrong en la Luna fue vista por millones de televidentes e internautas en el mundo.




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